1810 – 25 de mayo - 2010
Declaración del Bicentenario de la Revolución de Mayo
“Es la oportunidad de definir un proyecto común de Nación”
Presentamos este documento con motivo del Bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810. El Cabildo Abierto del 22 de Mayo fue sin dudas el centro del debate intelectual y político de la gesta maya. Lo reivindicamos como un ejemplo de discusión de ideas, posiciones e intereses que alumbró al nuevo gobierno patrio. En homenaje a esos próceres, sometemos estas consideraciones al pueblo argentino.
“La República está de festejo. Conmemoramos 200 años del comienzo de nuestro camino a convertirnos en una Nación.
La fecha convoca a la fiesta y también al balance y la reflexión. En ese marco debemos defender la idea que este Bicentenario es de todos los argentinos y que la coyuntura no pueda menguar la trascendencia de la epopeya.
Al mismo tiempo, este Bicentenario debe servir para valorarnos como República y para aportar al diseño de la Argentina que viene.
Si miramos hacia atrás, y tomamos como medida de análisis los elementos constitutivos de la Nación veremos que en 1810 no teníamos consolidado un territorio, dado que amplísimos sectores de nuestra geografía estaban disociados; la población era escasa y el poder era delegado por la Corona española, aún mediando la revolución, debido a que se siguió gobernando a nombre del Rey peninsular. Es decir, entonces, que nuestros patriotas sentaron las bases de la argentinidad sobre un trípode esquelético, convirtiendo a Mayo más en una apuesta al futuro que en una decisión para aquel presente.
Al cumplirse el Centenario de Mayo, y siguiendo con el mismo análisis, la Argentina estaba en camino hacia la consolidación definitiva de su territorio; la población, por influjo de la Constitución de 1853, crecía por el fomento de la inmigración, sin tener una identidad nacional definida, por supuesto; y el poder era autocráticamente ejercido por una clase dominante con pretensiones de perpetuación, aunque con señales claras de nuevos sectores sociales de su vocación por la participación política.
Es decir que en 1910 habíamos avanzado mucho en relación a los 100 años precedentes, pero con enormes deudas hacia la integración definitiva del cuerpo social de la República.
Este Bicentenario nos encuentra con nuestro territorio plenamente consolidado, sin problemas de límites con los países hermanos; con una población creciente en proceso de una definitiva identidad nacional y el poder celosamente resguardado en instituciones republicanas y representativas asentadas sobre el principio democrático que, desde 1983, hemos venido sosteniendo y que han dado muestras ciertas de su aptitud para canalizar las expectativas de todo un pueblo.
No queremos proponer al pueblo argentino el debate de la República sobre la base de hechos y personajes actuales. Pretendemos reflexionar acerca del futuro.
Es indudable que la República Argentina cuenta en la actualidad con las mejores condiciones para definir su perfil de Nación. Hemos superado las etapas fundantes, la organización nacional y nos debemos abocar ahora a delinear la Argentina para el Tricentenario.
Quizá sea allí donde debamos hacer un alto y mirar con grandeza al futuro. Nos hemos acostumbrado al cortoplacismo, al “aquí y ahora”, a la inmediatez, a la celeridad y la urgencia, a la falta de debate, a la imposición de ideas.
Ninguna de esas actitudes son constructivas para un pueblo que debe definir sus próximos 100 años de vida.
Hay que convocar a todos los sectores de la República a la mesa común del diálogo fraterno para poder avanzar en la definición y la planificación estratégica de nuestro país.
La convocatoria debe ser amplia, abierta y plural, en un marco de tolerancia y respeto a las opiniones de todos los que, con auténtica argentinidad en su corazón, quieran aportar a la construcción de una verdadera República democrática.
Estamos convencidos que ese es el desafío actual: superar la coyuntura y diseñar un plan estratégico nacional que defienda nuestras mejores tradiciones, que reivindique la democracia social para los tiempos, que garantice el respeto a las libertades individuales y los derechos humanos, que integre las expresiones de los pueblos originarios y que, en definitiva, ponga a todo el pueblo argentino bajo un proyecto común de Nación”.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 22 de Mayo de 2010.
Firmantes: Aguinis, Marcos; Aguilar, Andrés; Alice, Beatriz; Alterini, Atilio; Arancibia, Miguel; Baigorria, María Teresa; Baigorria, Nélida; Balestra, René; Barovero, Diego; Berman, Jorge; Berhongaray, Antonio; Blanco Muiño, Fernando; Calleja, Gustavo; Durán, Mauricio; Espeche Gil, Miguel Ángel; García Castrillón, José Luis; Grinspun, Gustavo; Guebel, Claudia; Hernández, Antonio María; Inchausti, Miguel Ángel; Klasse, Isay; Lacerca, Carlos; Lafferriere, Ricardo; Lentino, José María; Loñ, Félix; López Martucci, Pedro; Mahler, Israel; Malek, Adriana; Manili, Pablo; Martínez, Víctor Hipólito, Mayer, Jorge; Oliver, José María; Pandolfi, Rodolfo; Pósleman, Eduardo; Quevedo, Horacio; Rosa Donati, Sergio E.; Roulet, Elva; Sabsay, Daniel; Sanguinetti, Horacio; Sola, Juan Vicente; Solari Yrigoyen, Hipólito; Vale Cordeje, Darío Mateo; Vanossi, Jorge Reinaldo; Wajntraub, Javier; Weinschelbaum, Emilio; Weinschelbaum, Ernesto; Zbar, Agustín.